viernes, 2 de diciembre de 2011







CELEBRACION DEL DIA MUNDIAL DEL VOLUNTARIADO


Hoy en día, la actividad de los voluntarios abarca prácticamente cualquier tipo de actividad. Puede ser deportiva, asistencial, virtual, en países distintos al de origen, en catástrofes, etc., y se puede decir que no hay grupo humano que no pueda practicar el voluntariado.
Antes de llegar al voluntariado, hubo grandes ejemplos individuales que rompieron la dinámica de su propio proceso social y ejemplificaron para las generaciones siguientes una forma de actuar diferente a la entonces conocida y valedera para establecer un nuevo modelo de comportamiento.
Así, por ejemplo, Henry Durant, un hombre de negocios suizo, se horrorizó ante el espectáculo de miles de hombres muertos y heridos tras la batalla de Solferino, en Italia, e intentó ayudar en lo que pudo en aquel desastre, recabando para ello la colaboración de muchos de los habitantes de la zona. Sin embargo, la impotencia de no poder atender a tantos heridos que morían simplemente por falta de cuidados le impulsó a promover una organización internacional de ayuda, una ayuda neutral en la que no se hicieran distinciones entre los bandos. Sus ideas sentaron las bases para que en 1864 la Convención de Ginebra tomara la decisión de crear una agencia de ayuda internacional, que luego sería la Cruz Roja Internacional. En un ámbito distinto, el barón de Coubertin fue un pedagogo empeñado en transmitir la idea de que se pueden adquirir valores espirituales a través de la correcta práctica del deporte. El día que soñó con una extraordinaria competición a la que concurrieran deportistas de todo el mundo, abrió el camino a los Juegos Olímpicos de la Era Moderna. Sus ideales de competir sólo por conseguir la gloria, sin ánimo de lucro y bajo el signo de la fraternidad ilustran el esfuerzo desinteresado y lleno de obstáculos de un solo individuo, que logró que se congregaran deportistas de catorce países bajo el lema: “Lo esencial en la vida no es vencer, sino luchar bien”.
Poco a poco se fueron desbrozando las diferentes sendas del voluntariado. Los voluntarios son, en su mayoría, jóvenes. En la juventud radican las máximas potencias, la mayor energía para mover las circunstancias, pero no solo hay que ser joven de cuerpo, sino tener esa juventud interior que permite enfrentar los obstáculos hasta vencerlos y llevar a la práctica aquello que antes fue un sueño idealizado. Es la Afrodita de oro de los griegos, la que otorga la capacidad de plasmar los sueños en la realidad circundante. Las circunstancias presentes ofrecen un panorama conflictivo y contradictorio a los jóvenes. Por una parte, el acceso a informaciones de lo que sucede en cualquier parte del globo vierte sobre ellos la cruda realidad de las terribles desigualdades que hay, no solo según el lugar de nacimiento, sino también según el sexo, las condiciones físicas, el grupo social, etc. Esto provoca como reacción una especie de angustia existencial y un deseo de no ser engullido por el sistema, siempre que no se caiga en un estado de sopor indiferente para evitar cuestionar el propio papel en los problemas y sus soluciones.
Una persona voluntaria es aquella que se compromete por iniciativa propia y de manera desinteresada en una acción organizada al servicio de la sociedad. Es decir, el voluntario practica la generosidad, el servicio a los demás y sabe del compromiso. Es libre, porque lo realiza sin coacción, y en ocasiones, tiene que realizarla a pesar de presiones sociales, económicas o políticas externas. En el fondo, los principios del voluntariado son aquellos que responden a la pregunta: ¿Qué sociedad queremos? No solo los poderes públicos están prestando atención a los grupos de voluntarios; también están siendo objeto de estudio en cuanto al beneficio de su labor para los propios voluntarios. Así, el voluntariado produce las emociones positivas generadas por la acción voluntaria (alegría, entusiasmo, satisfacción, complacencia, etc.) hacen más resistentes a las personas frente a la adversidad, facilitan el establecimiento de relaciones de amistad y amor, beneficiosas en situaciones de conflicto o escasez, y deshacen los efectos fisiológicos que provocan las emociones negativas. Parece  también  que  cuando  las personas  se sienten  felices  se centran menos en sí mismas, les caen mejor los demás y desean compartir su buena fortuna incluso con desconocidos.
Un voluntario implicado en su actividad experimenta sensaciones parecidas a las de un músico concentrado en una nueva composición o un investigador embebido en un experimento, es decir, su labor concentra su atención placenteramente: se pierde la noción del tiempo y los obstáculos se afrontan con decisión. Son los jóvenes los más damnificados en este siglo XXI, que ven que el mundo que han heredado está lleno de lacras, que su herencia de un planeta saludable, el mismo planeta del que gozaron cientos de generaciones, les llega mancillada y herida gravemente, que por acciones que sucedieron antes de presentarse ellos en el mundo existen numerosas desigualdades y desequilibrios. Todo esto choca con la naturaleza de los jóvenes, que se sienten fuertes para emprender acciones que mejoren lo que conocen, que se rebelan ante situaciones que no comparten, que tienen de forma natural una sed de justicia que no ven reflejada en su mundo. Los jóvenes, los jóvenes de espíritu, que muchas veces coinciden con los jóvenes de edad, son los agentes de la nueva solidaridad, de la vieja justicia natural, de la eterna sed de la condición humana de lograr un mundo mejor. Los voluntarios participan en este logro poniéndose como carne de cañón allí donde se les necesita.







Si quieres participar en actividades de voluntariado infórmate en www.acropolishonduras.org, info@acropolishonduras.org, Facebook: http://www.facebook.com/voluntarioshn o al Tel 235-3360