A propósito del Amor... ¿Sabemos Amar?
Búsqueda de la unidad perdida, sentimiento de exaltación o pasión estética, es un motor que impulsa al ser humano a perseguir lo que no tiene. El amor y la felicidad están íntimamente unidos.
El hombre siempre se ha interesado por el amor: qué significa, qué alcance tiene, cuál es su profundidad y, sobre todo, su relación con la felicidad. Es como si el hombre, al encontrar el amor, hallase la felicidad al mismo tiempo.
Decían los viejos filósofos que el hombre busca lo que no tiene, y que ama lo que le falta; como se siente incompleto, tiende hacia aquello que considera importante para sentirse plenamente humano en su totalidad.
El amor es una profunda necesidad de unión con aquello que nos falta. Aunque sentimiento por excelencia, es una manifestación de la carencia de los hombres. No se ama lo que se tiene; lo que se tiene está simplemente con o dentro de nosotros, formando parte de uno mismo.
Se ama lo que nos completa, lo que agrega a nosotros aquello que no tenemos. Por eso el ignorante ama la sabiduría y el sabio ama la ingenuidad de la ignorancia.
El amor no es esencialmente una relación con una persona específica; es una actitud, una orientación del carácter que determina el tipo de relación de una persona con el mundo como totalidad, no con un "objeto amoroso". Si una persona ama a otra solamente, y es indiferente al resto de sus semejantes, su amor no es total, sino un tipo de relación simbiótica o un egoísmo ampliado. Sin embargo, la mayoría de la gente supone que el amor está constituido por el objeto, no por la facultad. Cree que amar es sencillo y lo difícil es encontrar un objeto apropiado para amar o para ser amado por él.
Puede compararse esa actitud con el hombre que quiere pintar, pero que en lugar de aprender el arte piensa que debe esperar el objeto adecuado y que pintará maravillosamente bien cuando lo encuentre.
La satisfacción en el amor individual no puede lograrse sin capacidad de amor al prójimo, humildad, coraje, fe, disciplina... En una cultura en la cual estas cualidades son raras, también ha de ser rara la capacidad de amar. De hecho, para la mayoría de las personas, el problema del amor consiste fundamentalmente en ser amado y no en amar.
El amor es preocuparse porque la otra persona crezca y se desarrolle tal como es, no como se necesita que sea, como un objeto para el uso particular.
Es un arte y debe aprenderse igual que la Pintura, la Música o la Literatura.
Según Platón, Eros, el más antiguo de los dioses, era el Amor primigenio, la fuerza primordial de cohesión. Para la Mitología griega, cuando el mundo no existía, cuando todo era caos, cuando las cosas estaban en potencia nace un impulso, una fuerza tremenda que es capaz de ordenarlo todo, de unirlo, de darle forma y vida. Una vez que Eros ordena todo el Universo, empieza a plasmarlo en distintos planos, como si fuesen escalones que van descendiendo desde un altísimo y sutilísimo Cielo hasta una tierra muy concreta, visible y palpable que es aquella donde nosotros nos encontramos. Eros se encarga de que en cada plano haya alguna forma especial de amor, que se exprese de una forma apropiada a ese nivel.
Afirma Platón que hace muchos miles de años, cuando el Dios primero gestó nuestro Universo, comenzaron a dividirse las almas de los hombres, hasta llegar a los miles y miles de almas que habitan sobre la Tierra. Estas almas que se fueron dividiendo sentían como si hubiesen perdido algo, como si a cada una le faltase su mitad. De ahí el concepto de las almas gemelas y del amor como esa necesidad que sentimos todos los humanos de encontrar aquello que una vez formó parte de nosotros pero que no encontramos ahora.
El amor era ni más ni menos que la búsqueda de la unidad perdida, de la armonía por oposición y por semejanza. Por oposición, porque a todos nos falta una mitad; la semejanza está dada en la afinidad espiritual, aquella que hizo que alguna vez dos almas fueran una, por lo que necesitan encontrarse otra vez. Pero nosotros utilizamos la misma palabra para todos los niveles; para referirnos a una exaltación mística, a un entusiasmo estético o a esa pasión que sentimos de saber más y penetrar en los misterios de la Naturaleza. También son amor los múltiples estados de afección, cariño o apego a otros seres humanos, a una ciudad, a una casa, a un libro, a un animal.
Cuando se ama a alguien se ven cosas que nadie ve. Dicen que el amor es ciego. No, el amor abre los ojos. El hombre que ama a una mujer la encuentra semejante a una divinidad... ¿se equivoca? En apariencia, sí. Pero en realidad, si alguien parece exagerar las cualidades del ser que ama es porque lo ve como Dios lo creó en el origen y tal como será al final de su evolución, cuando vuelva de nuevo al seno del Eterno.
Platón afirma que si el amor se expresa en todos los planos del Universo, es lógico que también se exprese en el plano físico. Solemos caer en la simpleza de pensar que para el amor platónico, todo lo que fuera sexo era automáticamente rechazado, y no es así. En la época de Platón también había hombres y mujeres que se buscaban y se amaban, y trataban de expresarlo bajo todas las formas posibles. Pero si el amor se expresa en todos los planos del ser humano, intentemos desarrollarlo en los superiores, en la captación de los elementos a los que tiende el alma, ya que son más duraderos y auténticos.
El hombre siempre se ha interesado por el amor: qué significa, qué alcance tiene, cuál es su profundidad y, sobre todo, su relación con la felicidad. Es como si el hombre, al encontrar el amor, hallase la felicidad al mismo tiempo.
Decían los viejos filósofos que el hombre busca lo que no tiene, y que ama lo que le falta; como se siente incompleto, tiende hacia aquello que considera importante para sentirse plenamente humano en su totalidad.
El amor es una profunda necesidad de unión con aquello que nos falta. Aunque sentimiento por excelencia, es una manifestación de la carencia de los hombres. No se ama lo que se tiene; lo que se tiene está simplemente con o dentro de nosotros, formando parte de uno mismo.
Se ama lo que nos completa, lo que agrega a nosotros aquello que no tenemos. Por eso el ignorante ama la sabiduría y el sabio ama la ingenuidad de la ignorancia.
El amor no es esencialmente una relación con una persona específica; es una actitud, una orientación del carácter que determina el tipo de relación de una persona con el mundo como totalidad, no con un "objeto amoroso". Si una persona ama a otra solamente, y es indiferente al resto de sus semejantes, su amor no es total, sino un tipo de relación simbiótica o un egoísmo ampliado. Sin embargo, la mayoría de la gente supone que el amor está constituido por el objeto, no por la facultad. Cree que amar es sencillo y lo difícil es encontrar un objeto apropiado para amar o para ser amado por él.
Puede compararse esa actitud con el hombre que quiere pintar, pero que en lugar de aprender el arte piensa que debe esperar el objeto adecuado y que pintará maravillosamente bien cuando lo encuentre.
La satisfacción en el amor individual no puede lograrse sin capacidad de amor al prójimo, humildad, coraje, fe, disciplina... En una cultura en la cual estas cualidades son raras, también ha de ser rara la capacidad de amar. De hecho, para la mayoría de las personas, el problema del amor consiste fundamentalmente en ser amado y no en amar.
El amor es preocuparse porque la otra persona crezca y se desarrolle tal como es, no como se necesita que sea, como un objeto para el uso particular.
Es un arte y debe aprenderse igual que la Pintura, la Música o la Literatura.
Según Platón, Eros, el más antiguo de los dioses, era el Amor primigenio, la fuerza primordial de cohesión. Para la Mitología griega, cuando el mundo no existía, cuando todo era caos, cuando las cosas estaban en potencia nace un impulso, una fuerza tremenda que es capaz de ordenarlo todo, de unirlo, de darle forma y vida. Una vez que Eros ordena todo el Universo, empieza a plasmarlo en distintos planos, como si fuesen escalones que van descendiendo desde un altísimo y sutilísimo Cielo hasta una tierra muy concreta, visible y palpable que es aquella donde nosotros nos encontramos. Eros se encarga de que en cada plano haya alguna forma especial de amor, que se exprese de una forma apropiada a ese nivel.
Afirma Platón que hace muchos miles de años, cuando el Dios primero gestó nuestro Universo, comenzaron a dividirse las almas de los hombres, hasta llegar a los miles y miles de almas que habitan sobre la Tierra. Estas almas que se fueron dividiendo sentían como si hubiesen perdido algo, como si a cada una le faltase su mitad. De ahí el concepto de las almas gemelas y del amor como esa necesidad que sentimos todos los humanos de encontrar aquello que una vez formó parte de nosotros pero que no encontramos ahora.
El amor era ni más ni menos que la búsqueda de la unidad perdida, de la armonía por oposición y por semejanza. Por oposición, porque a todos nos falta una mitad; la semejanza está dada en la afinidad espiritual, aquella que hizo que alguna vez dos almas fueran una, por lo que necesitan encontrarse otra vez. Pero nosotros utilizamos la misma palabra para todos los niveles; para referirnos a una exaltación mística, a un entusiasmo estético o a esa pasión que sentimos de saber más y penetrar en los misterios de la Naturaleza. También son amor los múltiples estados de afección, cariño o apego a otros seres humanos, a una ciudad, a una casa, a un libro, a un animal.
Cuando se ama a alguien se ven cosas que nadie ve. Dicen que el amor es ciego. No, el amor abre los ojos. El hombre que ama a una mujer la encuentra semejante a una divinidad... ¿se equivoca? En apariencia, sí. Pero en realidad, si alguien parece exagerar las cualidades del ser que ama es porque lo ve como Dios lo creó en el origen y tal como será al final de su evolución, cuando vuelva de nuevo al seno del Eterno.
Platón afirma que si el amor se expresa en todos los planos del Universo, es lógico que también se exprese en el plano físico. Solemos caer en la simpleza de pensar que para el amor platónico, todo lo que fuera sexo era automáticamente rechazado, y no es así. En la época de Platón también había hombres y mujeres que se buscaban y se amaban, y trataban de expresarlo bajo todas las formas posibles. Pero si el amor se expresa en todos los planos del ser humano, intentemos desarrollarlo en los superiores, en la captación de los elementos a los que tiende el alma, ya que son más duraderos y auténticos.
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