domingo, 6 de mayo de 2012


Confucio



Con el nombre de K'ung fu-tzu, o maestro K'ung, al que los misioneros jesuitas de Pekín latinizaron en Confucius, se conoce en la Historia del pensamiento el filósofo más influyente en el pueblo chino.

 Nació en el estado de Lu, en el año 551 a.c.. Destacó desde niño, pues su comportamiento no se asemejaba al de otros niños de su edad. Le gustaba conversar con los  adultos y ordenaba objetos de acuerdo al ritual consagrado.

Se dice que de joven leía todos  los libros que caían en sus manos, siendo un experto conocedor de la filosofía, historia y tradiciones chinas.

Ostentó cargos políticos importantes desde su juventud e hizo progresar a su estado que, enseguida empezó a destacarse sobre los  vecinos. De modo que comenzó a suscitar envidia y preocupación entre ellos. Y, como ocurre tantas veces fue calumniado, en este caso, frente al príncipe gobernante, que empezó a no seguir sus consejos y abandonó el gobierno en otras manos. Confucio se marchó del estado de Lu y recorrió los estados vecinos instruyendo a seres humanos de cualquier condición social.
Murió, con 73 años, después de haber dedicado su vida a instaurar una filosofía y una forma de vida basadas en la justicia y la fraternidad.
Esta pequeña reseña biográfica es una pincelada para poder entrar directamente en su pensamiento, en esas ideas que tanto favorecieron a su pueblo y que dieron lugar a una religión que se afianzó fuertemente en China y que todavía ejerce una influencia importante para este pueblo.
Vamos a desarrollar algunos conceptos básicos que pueden servirnos como ayuda, en nuestro mundo moderno y en nuestra sociedad. Porque un modelo de ser humano, un ejemplo de perfeccionamiento no depende de una  época, sino que puede servir de orientación independientemente de los acontecimientos históricos.


El pensamiento de Confucio

El principio Li: Orden Moral 
Se plantea una vuelta al principio del Li, dotando a este concepto de observancia de los ritos y costumbres de la tradición de un nuevo sentido, de carácter ético y moral. Se produce así una estrecha relación entre Moral y Política y un entendimiento correcto de las relaciones sociales y cumplimiento de los deberes y derechos sociales inherentes de la posición y responsabilidad de cada cual.
 
El hombre Ju: El hombre virtuoso
El hombre Ju es aquel que, independientemente de su origen familiar, es el que cultiva los valores morales, conoce su deber, y actúa pensando en el bien de la sociedad a la que sirve. Se ha emparentado este concepto aristócrático con el de "caballero", que Confucio emplea asociado, no en el sentido de pertenencia a la nobleza como clase privilegiada, sino más bien como "hombre noble", dispuesto a entregar su vida a la práctica del bien y de la virtud. El hombre ju es un hombre bueno pero fuerte y valeroso, un hombre instruido en aquellas disciplinas que le son precisas para servir a la sociedad.
En las analectas de Confucio se encuentra la siguiente descripción:
   "Un Ju es siempre  amplio en sus conocimientos; cultiva su conducta sin cesar, y en su vida privada no se abandona. Cuando sale airoso, no se aparta de la verdad. En sus maneras personales, aprecia el vivir en paz  y armonía con los demás. Cultiva  la belleza de su carácter y es pausado en sus hábitos. Admira a los  que son más inteligentes que él y es generoso con el vulgo. Por otra parte, es fundamentalmente flexible. ¡Tal es su holgura  de espíritu y su serenidad de carácter!”
Para Confucio, el hombre ju, es el único capaz de gobernar.
Orden Moral y Hombre Virtuoso en la Actualidad
Estos dos conceptos en la filosofía de Confucio tienen aproximadamente 1500 años de antigüedad, sin embargo su trascendencia encuentra aplicación en cualquier momento histórico. Nuestra sociedad requiere que comencemos a hablar de moral, ética y valores. El perfeccionamiento de una sociedad debe comenzar con el perfeccionamiento individual que lleve a cada ser humano a trabajarse a sí mismo.
Para Confucio los hombres son iguales en esencia y, por lo tanto, el respeto entre ellos fundamental. Los derechos, como seres humanos, indiscutibles. Pero es evidente que  el comportamiento de cada ser humano es distinto. No podemos esperar las mismas cosas de todos los hombres. Es más, suelen tener comportamientos diferentes  ante las mismas situaciones. Eso significa que hay diferencias, e igual que cuando un aparato no funciona bien, tenemos que cambiar algunos de sus elementos; cuando una conducta no es correcta se debe reencauzar. De la misma manera que a un niño pequeño no le confiamos el gobierno de la casa, tampoco un adulto que no reúna la suficiente madurez podrá ser un gobernante u ocupar un cargo público.
En la actualidad se vuelve imperante que comencemos a hablar de una revolución de valores. A través del estudio de los grandes maestros de la humanidad y la lectura de su filosofía es posible rescatar las enseñanzas más destacadas, nos queda como sociedad reflexionar y comenzar a actuar para ir creando nuevos caminos que nos llevaran a vivir con valores. Solo entonces  podremos comenzar a soñar con un mundo nuevo y mejor.

Nueva Acrópolis - Honduras
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