Vivir con Filosofía
Hoy,
tal vez, a muchos siglos de distancia de Pitágoras, de aquellos filósofos
considerados utópicos, la filosofía, en líneas generales, es algo bastante
diferente; lo he experimentado de manera personal estudiando en la facultad,
como una insatisfacción permanente. Hoy, filosofía es algo muy abstracto; son
muchas palabras y muchos conceptos difíciles, y cuando la gente se queda con
esta idea de la filosofía, huye de ella. Hoy, filosofía es casi Historia de la
Filosofía, es un repaso a todo lo que han pensado todos los filósofos de todos
los tiempos. Eso sí, acatando ciertas normas, porque en todo momento hay
filósofos que son muy buenos, muy notables, y hay otros que son prohibidos,
malos, nefastos. Pasarán unos años y los nefastos serán los buenos, y los que
hoy se consideran buenos pasarán del otro lado: también la Historia de la
Filosofía tiene modas.
Hoy,
la filosofía no se considera algo práctica, algo útil para la vida. Esa idea de
falta de aplicación, esa idea de que la filosofía es una utopía, de que no
sirve para nada, ha hecho que tuviéramos que padecer, sobre todo en parte del
siglo pasado y en éste, en que muchas ideas materialistas han ido avanzando,
las consecuencias de este mito que es la filosofía. Por ejemplo, el caso de
España y otros países, no muchos por suerte, que han decidido quitar esta
materia de los planes de estudio, porque
¿para qué sirve?
Consecuencias:
que la gente intenta evitar la filosofía de la misma manera que el que no ha
aprendido a vivir intenta evitar el estar a solas consigo mismo. Hay mucho
vacío interior, mucha inseguridad, y no debe extrañarnos en absoluto que haya
tanta corrupción, tanto desorden, tantas catástrofes naturales, porque cuando
el ser humano no encuentra un eje dentro de sí mismo, no tiene cómo salir adelante.
Treinta
años en Acrópolis, estudiando filosofía, y unos años antes en la facultad, son
muchos años dedicados a ella, y aunque me digan que es teórica y que no sirve
para nada, yo me sigo diciendo: pero, y las grandes preguntas, las grandes
inquietudes… ¿dónde se contestan? ¿Qué hacemos con aquello que nos asalta
cuando uno se encuentra a solas consigo mismo: y por qué la vida, y por qué la
muerte, y por qué el dolor, y por qué envejecemos, y por qué nos pasan las
cosas que nos pasan? ¿Por qué hay sufrimiento, y por qué se puede pasar del
sufrimiento a la alegría y de la alegría al sufrimiento, y qué es lo que nos
conduce como un viento de una cosa a otra? ¿Por qué tenemos temores y por qué
dudamos…?
Y
cuando surgen estas preguntas, o las respondemos o viviremos perpetuamente
angustiados porque habremos echado una cortina delante de nuestros ojos
intentando no ver lo más importante. Cuando hay interrogantes, no hay más
remedio que preguntar. Cuando Sócrates decía: “Sólo sé que no sé nada”, no lo
decía por conformarse con no saber nada. Es un reconocimiento de lo que no se
sabe y un punto de partida: “Voy a saber más porque necesito más”. Aunque pasen
los siglos, el ser humano se seguirá planteando estos interrogantes. Y basta
que nos exijan una respuesta para que la filosofía se vuelva útil y práctica, y
necesaria. La filosofía es la gran educadora; es la que nos enseña a vivir. Lo
más difícil de todo, que es vivir, casi nadie lo enseña. No vamos a llegar a
ser sabios, pero por lo menos tendremos algunos temores menos, algunas dudas
menos de las que teníamos antes; no vamos a mirar a la gran Verdad, pero
empezaremos a tener algunas certezas.
El
quién soy, qué hago aquí, para qué estoy, de dónde vengo y adónde voy, es una
forma de aprender a vivir; el arte de vivir es contestarse día a día a esas
preguntas. Es entender por qué sufrimos, por qué hay dolor. Los filósofos
orientales, tan viejos que a veces no sabemos ni qué fecha ponerles, decían que
el dolor es vehículo de conciencia. Cuando uno es feliz y ríe, difícilmente se
pregunta: “¿por qué me pasa esto a mí?”. Parece ser que los humanos aprendemos
cuando algo nos duele, y el arte de vivir nos enseña que cada vez que sufrimos,
hay que detenerse y preguntar:
“¿por qué sufro, qué me está intentando enseñar la vida en este momento? ¿Qué hay detrás de este dolor? ¿Qué experiencia importante puedo extraer?”.
“¿por qué sufro, qué me está intentando enseñar la vida en este momento? ¿Qué hay detrás de este dolor? ¿Qué experiencia importante puedo extraer?”.
Cuando
un filósofo está aprendiendo a vivir, se le pone una prueba, y si la supera,
sabe que cuando llegue la siguiente, podrá pasar por encima y querrá aprender
algo más de la vida.
Este
arte de vivir incluye también algo tan importante como valorar la vida y a
todos los seres vivos. No es posible escuchar que haya gente joven que diga:
“Yo no he pedido venir a la vida”, como si fuera un reproche. Un reproche ¿a
quién? No sé si hemos pedido venir a la vida: estamos aquí, y hay que aprender
a valorarla, porque es un magnífico regalo. No se puede pasar por la vida
dejando que nos arrastre; tal vez esto también constituya el arte de vivir. En
lugar de ser un tronco de árbol a la deriva en un río, tener la capacidad de
construir una barca con el tronco, unos remos, y poder dirigirnos a nosotros
mismos a través de la corriente.
Esta
filosofía, y este arte de vivir, ¿es para unos pocos? No; es para todos. En
todo momento, en todos los lugares, nos hace falta algo que nos dirija en este arte de vivir… Nos
hace falta un camino. La filosofía nos enseña a valorar ese camino. Ya que
hemos hablado de filosofía, tengo que hablar de educación. He ido a un
diccionario a ver lo que es educación, y me encuentro cosas tan bonitas como
dirigir, encaminar, adoctrinar; y he pensado: “¡Esto está muy bien en el
diccionario, pero según dónde se diga puede sentar bastante mal!”, porque nadie
quiere ser dirigido, ni encaminado ni adoctrinado. Hoy todo el mundo pretende
ser libre, antes que aprender. Queremos ser libres antes que saber. Sin
embargo, educar es eso: es encaminar, es dirigir, es saber llevar, y solo puede
educar el que tiene alma de educador, porque sabe encontrar lo que hay dentro
de la persona, sabe desarrollar, engrandecer todos esos valores que a veces
permanecen callados, escondidos, y si uno no tiene el valor de extraerlos,
permanecerán callados y escondidos a lo largo de su existencia.
El
fundador de Nueva Acrópolis, Jorge Angel Livraga, hablaba mucho sobre la
educación. Él decía que el papel de la educación es hacer surgir las cualidades
intrínsecas del individuo. Y este papel de la educación de hacer surgir viene,
precisamente, de la raíz latina educir; es sacar de dentro hacia fuera. Platón
decía que el filósofo hace las veces de una partera: hay una partera que nos
trae a la vida con el nacimiento, y hay un filósofo, alguien, que nos da la
vida el día que nos ayuda a extraer lo que llevamos dentro, hilar nuestras
vidas, a unirlas, a poner orden en nuestros sentimientos y a dirigir nuestra
vida con cierta seguridad; y seguía diciendo el Señor Livraga que la verdadera
pedagogía es aquella que despierta el potencial de aprender: educa sin
reformar, informa sin mentir, despierta el alma y las fuerzas interiores que
existen en todos los seres humanos.
La
ciencia de la educación platónica se resumía en cuatro virtudes, que eran tan
valiosas hace miles de años como ahora: valor, templanza, prudencia y justicia.
Valor no es ser temerario; es poseer fortaleza, es saber estar vivo con
dignidad. Templanza es la capacidad de mandar sobre nosotros mismos, es
encontrar el justo medio, el equilibrio; es un equilibrio alto, elevado.
Prudencia es una palabra que se puede interpretar de maneras muy distintas: el
ser prudente es ser sabio; sólo el que sabe es prudente. El que ignora es
imprudente y se arroja en brazos de la vida de cualquier manera. Confucio decía
que el hombre prudente piensa las cosas dos veces: una es muy poco, y tres, una
exageración. Dos veces, lo justo. Eso es prudencia, eso es sabiduría.
Una
buena educación forma y transforma. Una buena educación es alquimia interior;
no podemos ser igual antes de aprender como después. Y si somos iguales es que
no hemos aprendido nada, es que hemos memorizado un montón de cosas y no
sabemos nada. Esa educación formativa, de transformación, no es una educación de forzar a la gente; no
se puede torcer la personalidad humana. En todo caso, es una educación que nos
tiene que liberar de muchas ataduras y de muchas deficiencias, y de muchas
inseguridades y temores. Cuando uno puede soltar estos lastres, desamarrar la
embarcación, el alma se siente libre. Esa educación formativa tiene que
ayudarnos, tenemos que aprender a aprender. Y tenemos que aprender con la
práctica, porque nos estamos haciendo muy sedentarios. Demasiado. Nos falta la
experiencia. Hay que llegar a ser uno mismo. Encontrarse pequeño y saber que
eso es mucho más hermoso que no encontrarse y no saber dónde está lo que llamamos
“yo”, dónde está el “yo soy”.
A todos nos gusta llegar al fondo de
nosotros mismos, y cuando se llega, emerger con las manos llenas para poder
abrirlas hacia los demás, a un mundo de seres vivos llenos de amor; en una
palabra: filósofos a través de la educación, vivos a través de la filosofía.
Delia Steinberg
Guzmán
Directora Internacional de Nueva Acrópolis.
Nueva Acrópolis -
Honduras
Organización Cultural
internacional
Micro
Cápsula:
Nueva Acrópolis, organización internacional sin
fines de lucro de carácter filosófico y
cultural. Ofrecerá un un show demostrativo sus
cursos permanentes: Tai Chi y Danza Árabe, el sábado 29 de agosto, costo L.50. Para mayor información llamar
al tel. 232-0727
Frases
a Resaltar
“Y
las grandes preguntas, las grandes inquietudes… ¿dónde se contestan? ¿Qué
hacemos con aquello que nos asalta cuando uno se encuentra a solas consigo
mismo: y por qué la vida, y por qué la muerte, y por qué el dolor, y por qué
envejecemos, y por qué nos pasan las cosas que nos pasan?”
Cuando
Sócrates decía: “Sólo sé que no sé nada”, no lo decía por conformarse con no
saber nada. Es un reconocimiento de lo que no se sabe y un punto de partida:
“Voy a saber más porque necesito más”
“El
quién soy, qué hago aquí, para qué estoy, de dónde vengo y adónde voy, es una
forma de aprender a vivir; el arte de vivir es contestarse día a día a esas
preguntas”
“El
papel de la educación es hacer surgir las cualidades intrínsecas del individuo.”
“La
ciencia de la educación platónica se resumía en cuatro virtudes, que eran tan
valiosas hace miles de años como ahora: valor, templanza, prudencia y justicia.”
“Cuando
un filósofo está aprendiendo a vivir, se le pone una prueba, y si la supera,
sabe que cuando llegue la siguiente, podrá pasar por encima y querrá aprender
algo más de la vida”
No hay comentarios:
Publicar un comentario