CELEBRACION DEL DIA MUNDIAL DEL VOLUNTARIADO
Hoy en día, la
actividad de los voluntarios abarca prácticamente cualquier tipo de actividad.
Puede ser deportiva, asistencial, virtual, en países distintos al de origen, en
catástrofes, etc., y se puede decir que no hay grupo humano que no pueda
practicar el voluntariado.
Antes de llegar al
voluntariado, hubo grandes ejemplos individuales que rompieron la dinámica de
su propio proceso social y ejemplificaron para las generaciones siguientes una
forma de actuar diferente a la entonces conocida y valedera para establecer un
nuevo modelo de comportamiento.
Así, por ejemplo,
Henry Durant, un hombre de negocios suizo, se horrorizó ante el espectáculo de
miles de hombres muertos y heridos tras la batalla de Solferino, en Italia, e
intentó ayudar en lo que pudo en aquel desastre, recabando para ello la
colaboración de muchos de los habitantes de la zona. Sin embargo, la impotencia
de no poder atender a tantos heridos que morían simplemente por falta de
cuidados le impulsó a promover una organización internacional de ayuda, una
ayuda neutral en la que no se hicieran distinciones entre los bandos. Sus ideas
sentaron las bases para que en 1864 la Convención de Ginebra tomara la decisión
de crear una agencia de ayuda internacional, que luego sería la Cruz Roja
Internacional. En un ámbito distinto, el barón de Coubertin fue un pedagogo
empeñado en transmitir la idea de que se pueden adquirir valores espirituales a
través de la correcta práctica del deporte. El día que soñó con una extraordinaria
competición a la que concurrieran deportistas de todo el mundo, abrió el camino
a los Juegos Olímpicos de la Era Moderna. Sus ideales de competir sólo por
conseguir la gloria, sin ánimo de lucro y bajo el signo de la fraternidad
ilustran el esfuerzo desinteresado y lleno de obstáculos de un solo individuo,
que logró que se congregaran deportistas de catorce países bajo el lema: “Lo
esencial en la vida no es vencer, sino luchar bien”.
Poco a poco se fueron
desbrozando las diferentes sendas del voluntariado. Los voluntarios son, en su
mayoría, jóvenes. En la juventud radican las máximas potencias, la mayor
energía para mover las circunstancias, pero no solo hay que ser joven de
cuerpo, sino tener esa juventud interior que permite enfrentar los obstáculos
hasta vencerlos y llevar a la práctica aquello que antes fue un sueño
idealizado. Es la Afrodita de oro de los griegos, la que otorga la capacidad de
plasmar los sueños en la realidad circundante. Las circunstancias presentes
ofrecen un panorama conflictivo y contradictorio a los jóvenes. Por una parte,
el acceso a informaciones de lo que sucede en cualquier parte del globo vierte
sobre ellos la cruda realidad de las terribles desigualdades que hay, no solo
según el lugar de nacimiento, sino también según el sexo, las condiciones
físicas, el grupo social, etc. Esto provoca como reacción una especie de
angustia existencial y un deseo de no ser engullido por el sistema, siempre que
no se caiga en un estado de sopor indiferente para evitar cuestionar el propio
papel en los problemas y sus soluciones.
Una persona
voluntaria es aquella que se compromete por iniciativa propia y de manera
desinteresada en una acción organizada al servicio de la sociedad. Es decir, el
voluntario practica la generosidad, el servicio a los demás y sabe del
compromiso. Es libre, porque lo realiza sin coacción, y en ocasiones, tiene que
realizarla a pesar de presiones sociales, económicas o políticas externas. En
el fondo, los principios del voluntariado son aquellos que responden a la
pregunta: ¿Qué sociedad queremos? No solo los poderes públicos están prestando
atención a los grupos de voluntarios; también están siendo objeto de estudio en
cuanto al beneficio de su labor para los propios voluntarios. Así, el
voluntariado produce las emociones positivas generadas por la acción voluntaria
(alegría, entusiasmo, satisfacción, complacencia, etc.) hacen más resistentes a
las personas frente a la adversidad, facilitan el establecimiento de relaciones
de amistad y amor, beneficiosas en situaciones de conflicto o escasez, y
deshacen los efectos fisiológicos que provocan las emociones negativas.
Parece también que
cuando las personas se sienten
felices se centran menos en sí
mismas, les caen mejor los demás y desean compartir su buena fortuna incluso
con desconocidos.
Un voluntario
implicado en su actividad experimenta sensaciones parecidas a las de un músico
concentrado en una nueva composición o un investigador embebido en un
experimento, es decir, su labor concentra su atención placenteramente: se
pierde la noción del tiempo y los obstáculos se afrontan con decisión. Son los
jóvenes los más damnificados en este siglo XXI, que ven que el mundo que han
heredado está lleno de lacras, que su herencia de un planeta saludable, el
mismo planeta del que gozaron cientos de generaciones, les llega mancillada y
herida gravemente, que por acciones que sucedieron antes de presentarse ellos
en el mundo existen numerosas desigualdades y desequilibrios. Todo esto choca
con la naturaleza de los jóvenes, que se sienten fuertes para emprender
acciones que mejoren lo que conocen, que se rebelan ante situaciones que no
comparten, que tienen de forma natural una sed de justicia que no ven reflejada
en su mundo. Los jóvenes, los jóvenes de espíritu, que muchas veces coinciden
con los jóvenes de edad, son los agentes de la nueva solidaridad, de la vieja
justicia natural, de la eterna sed de la condición humana de lograr un mundo
mejor. Los voluntarios participan en este logro poniéndose como carne de cañón
allí donde se les necesita.
Si quieres participar
en actividades de voluntariado infórmate en www.acropolishonduras.org, info@acropolishonduras.org,
Facebook: http://www.facebook.com/voluntarioshn
o al Tel 235-3360