lunes, 24 de septiembre de 2012

El Triple Filtro de Sócrates


La Filosofía puede ser muy útil y esclarecedora para nuestra vida, tómate un minuto para leer esta anécdota.
En la antigua Grecia, el filósofo Sócrates gozaba de alta reputación y admiración por sus conocimientos. Un día un conocido encontró al gran Maestro en la calle, y le dijo:

"Sócrates, ¿usted sabe lo que he oído acerca de un amigo suyo?"

"Un momento", replicó Sócrates. "Antes que me diga algo, quiero ver si usted supera una pequeña prueba. La llaman prueba del triple filtro"

"¿Triple filtro?"

"Así es", continuó Sócrates. "Antes que me hable de mi amigo, es una buena idea tomar un momento y filtrar lo que usted va a decirme.
El primer filtro es la verdad. ¿Está Ud. absolutamente seguro que lo que va a decirme es verdad?"

"No", dijo el hombre, "realmente sólo lo oí y..."

"Muy bien, replicó Sócrates. "Entonces usted no sabe realmente si es verdad o no. Veamos el segundo filtro, el filtro de bondad.

¿Lo que me va a decir de mi amigo es algo bueno?

"No, al contrario..."

"Entonces - prosiguió Sócrates - me va a decir algo malo de él, pero usted no está seguro de que sea verdad. Todavía falta un filtro: el de utilidad. ¿Lo que me va a decir de mi amigo es útil para mí?"

"No, realmente no."

"Bueno", concluyó Sócrates, "si lo que me va a decir no es ni verdad, ni bueno, ni aún útil, ¿Para qué me lo quiere Ud. decir?".

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martes, 18 de septiembre de 2012


Ángeles

(Lo Esencial de los Símbolos)

ImageMensajeros invisibles, habitantes de los cielos, seres de luz y de ligereza pero también de fuego y poder guerrero, están presentes en el espíritu humano desde siempre y no hay civilización alguna que no haya considerado la existencia de estos espíritus benéficos que colaboran con el Creador en muy distintas misiones, según sus diferentes rangos y categorías.
Seres intermedios entre Dios y el mundo, dotados a veces de un cuerpo etéreo, simbolizan las funciones divinas y la relación de Dios con sus criaturas. Las jerarquías terrenales son reflejo de las celestiales. Son signos advertidores de lo sagrado, que nos acompañan y ayudan cuando los necesitamos. A través de la tradición judeo?cristiana, conocemos algunos de sus nombres, como por ejemplo los tres arcángeles principales: Miguel, vencedor de dragones; Gabriel, mensajero e iniciador, o Rafael, protector de médicos y caminantes.
En India, el Universo es concebido como una jerarquía de fuerzas activas, angelicales y demoníacas, divinas y heroicas. Este universo está compuesto por siete planos (lokas) que van desde el origen invisible hasta la manifestación concreta, y está habitado por miríadas de dioses, ángeles y demonios que, conjuntamente, hacen esfuerzos por servir al "Dharma", la Gran Ley Universal, a través del "Karma", la ley de acción y reacción, tan presentes ambas en la cultura oriental.
En Grecia, el "daimon" es descrito por Platón en boca de Sócrates, afirmando que en cada hombre de bien reside uno de estos "genios tutelares", situado entre lo mortal y lo inmortal, lo humano y lo divino, lo sensible y lo inteligible, que ama la verdad e inclina al hombre hacia el bien, la belleza y la felicidad.
Cada ser humano tiene pues, según todas las tradiciones, un ángel guardián, (o tres si seguimos la doctrina de C.Agrippa, que concede uno a cada plano de la personalidad humana, el plano mental, el emocional y el físico), que vela por él para hacerle progresar en el camino hacia su propia realización espiritual. Todas las religiones afirman que Dios jamás ha abandonado a los humanos y quiso dotarnos a cada uno de un ángel custodio para que escuchemos su voz, ya sean sus misteriosos susurros o sus órdenes imperiosas y estimulantes para despertar nuestra conciencia.
La leyenda los hace siempre portadores de buenas noticias para los hombres, por su alada rapidez como mensajeros celestes.
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         La ceremonia del Té
"La ceremonia del té consiste en hervir agua, preparar té y beberlo". Esa fue la respuesta que dio Rikyu, el legendario maestro del té, cuando le preguntaron en qué consiste el arte que practica.
Para los occidentales nos resulta muy difícil de entender cómo algo tan cotidiano puede ser considerado un arte. Lo que ocurre es que, precisamente en el hecho de la trascendencia de lo que se hace, por más cotidiano que sea, radica el sentido del arte.
Para el japonés tradicional, el arte consiste en el camino, en el sentido con el que se hacen las cosas; no importa qué se hace, sino cómo. Lo importante es alcanzar la maestría y no importa en qué. Este camino, el "Do" (Tao para los chinos), es el mismo en todas las artes y ciencias. Es el sendero que conduce hacia el satori, hacia la integración del hombre con las leyes naturales, con el sentido de la naturaleza.
Por lo dicho, la ceremonia del té o Sado tampoco es hacer de algo cotidiano algo "bonito". Beber el té con el corazón sería hacer que eso que es cotidiano, al intervenir el arte, traspase la esfera de lo mundano para convertirlo en una ceremonia, cuya estética deviene de una ética basada en criterios que solo se pueden aplicar cuando se viven, cuando son parte de quien los manifiesta. Quien es capaz de aquéllo, es un maestro.

El dar en el blanco con una flecha, el vencer a un rival con un solo movimiento, el hacer un corte en la madera una vez y bien hecho, así como la perfección al servir el té, son la manifestación de ese dominio de sí mismo, consecuencia exterior de una vivencia interior. Por esto la técnica no es lo más importante.

El "palacio" del té es una choza, una cabaña donde el más noble de los hombres es obligado a entrar con humildad, a arrodillarse para entrar. A través de un agujero de 60 por 80 centímetros, absolutamente todos los comensales de esta ceremonia deben someterse a "entrar a gatas", a cambiar su estado de conciencia dejando afuera los problemas del mundo exterior junto con sus zapatos y sus armas. Están entrando a un espacio sagrado, y durante la ceremonia, lo cotidiano no existe: si algo se hace, es sagrado; si algo se dice, es sagrado.

Los materiales y la forma en la que ha sido trabajado este "palacio" crean un ambiente que es capaz de transformar en música los tonos del agua al hervir, que permiten que se escuche cómo el carbón es abrasado. Los colores de la piedra, la madera, la paja y el papel, opacos como la piel del japonés, tamizan la luz, el sonido y los aromas con firmeza y suavidad al mismo tiempo. El sabor de cada bocado ofrecido se adapta a la situación y al individuo.

La austeridad del sitio es coherente con su sentido y adecuado al carácter de su anfitrión, como todo lo destinado al encuentro: la vestimenta, la decoración, los utensilios, el jardín…. Todo es adecuado a esta celebración y a estos invitados, no a los de ayer ni a los de mañana.

Así se genera un mágico equilibrio que condiciona los sentidos hacia la percepción de lo invisible, del vacío, de aquello que está en cada elemento que conforma el espacio, como en la vida del maestro.

Todo tiene un sentido, una misma tendencia; cada parte, independientemente o conjugada, está en armonía con el todo...

La conducta de uno debe ser natural e imperceptible.
Las flores deben concordar fácil y placenteramente con el salón.
Los utensilios de té deben reflejar la edad o juventud de los invitados.
Los arreglos del salón del té deben ser tales que complazcan los corazones de los anfitriones e invitados y no distraigan sus pensamientos.
Esto es de primordial importancia.
Debe penetrar muy profundamente en el corazón no dejando nada de lo exterior.

(Adaptación – Revista Esfinge - Fuente: boletín Heka)
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viernes, 7 de septiembre de 2012







Busca dentro de ti - Amado Nervo

BUSCA DENTRO DE TI
Busca dentro de ti
la solución de todos los problemas,
hasta de aquellos que creas
más exteriores y materiales.

Dentro de ti está siempre el secreto;
dentro de ti están todos los secretos.

Aún para abrirte camino en la selva virgen,
aún para levantar un muro,
aún para tender un puente,
has de buscar antes, en ti, el secreto.

Dentro de ti hay tendidos ya todos los puentes.
Están cortadas dentro de ti las malezas y
lianas que cierran los caminos.

Todas las arquitecturas están ya levantadas dentro de ti.
Pregunta al arquitecto escondido: él te dará sus formulas.

Antes de ir a buscar el hacha de más filo,
la piqueta más dura, la pala más resistente,
entra en tu interior y pregunta...

Y sabrás lo esencial de todos los problemas
y se te enseñara la mejor de todas las formulas,
y se te dará la más sólida de todas las herramientas.

Y acertarás constantemente,
puesto que dentro de ti
llevas la luz misteriosa de todos los secretos.

Amado Nervo

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                       El Amor - Khalil Gibran

 Dijo Almitra: Háblanos del Amor.
Y él levantó la cabeza, miró a la gente y una quietud descendió
sobre todos. Entonces, dijo con gran voz:

Cuando el amor os llame, seguidlo.
Y cuando su camino sea duro y difícil.
Y cuando sus alas os envuelvan, entregaos. Aunque la espada entre ellas escondida os hiriera.
Y cuando os hable, creed en él. Aunque su voz destroce
vuestros sueños, tal cómo el viento norte devasta los jardines.

Porque, así como el amor os corona, así os crucifica.
Así como os acrece, así os poda.
Así como asciende a lo más alto y acaricia vuestras más tiernas ramas, que se estremecen bajo el sol, así descenderá hasta
vuestras raíces y las sacudirá en un abrazo con la tierra.

Como trigo en gavillas él os une a vosotros mismos.
Os desgarra para desnudaros.
Os cierne, para libraros de vuestras coberturas.
Os pulveriza hasta volveros blancos.
Os amasa, hasta que estéis flexibles y dóciles.
Y os asigna luego a su fuego sagrado, para que podáis convertiros en sagrado pan para la fiesta sagrada de Dios.

Todo esto hará el amor en vosotros para que podáis
conocer los secretos de vuestro corazón y convertiros,
por ese conocimiento, en un fragmento del corazón de la Vida.

Pero si, en vuestro miedo, buscareis solamente la paz y el placer
del amor, entonces, es mejor que cubráis vuestra desnudez y os
alejéis de sus umbrales.
Hacia un mundo sin primaveras donde reiréis, pero no con toda
vuestra risa, y lloraréis, pero no con todas vuestras lágrimas.

El amor no da nada más a sí mismo y no toma nada más que de
sí mismo.
El amor no posee ni es poseído.
Porque el amor es suficiente para el amor.

Cuando améis no debéis decir: «Dios está en mi corazón»,
sino más bien: «Yo estoy en el corazón de Dios.»
Y pensad que no podéis dirigir el curso del amor
porque él si os encuentra dignos, dirigirá vuestro curso.
El amor no tiene otro deseo que el de realizarse.

Pero, si amáis y debe la necesidad tener deseos, que
vuestros deseos sean éstos:
Fundirse y ser como un arroyo que canta su melodía
a la noche.
Saber del dolor de la demasiada ternura.
Ser herido por nuestro propio conocimiento del amor. Y sangrar voluntaria y alegremente.
Despertarse al amanecer con un alado corazón y dar gracias por otro día de amor.
Descansar al mediodía y meditar el éxtasis de amar.
Volver al hogar con gratitud en el atardecer.
Y dormir con una plegaria por el amado en el corazón y una
canción de alabanza en los labios.

Khalil Gibran
(de la sección de "El Profeta")


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