martes, 30 de octubre de 2012

  
 
  EL DOLOR
 
 
 

Hay una pregunta que calladamente o en voz alta. solemos formularnos varias veces al día, muchas, demasiadas veces  en la vida. ¿ Por qué sufren los hombres? ¿Por que existe el dolor?
Esta pregunta señala una realidad de la que no es imposible escapar.Todos sufren; por una u otra razón, todos sangran en su corazón e intentan vanamente apresar una felicidad concebida como una sucesión ininterrumpida de gozos y satisfacciones.
 Viene  a mi memoria  una parábola de budismo que siempre me ha impresionado; aparece en los libros bajo el nombre de El Grano de Mostaza.
Y, en sintesis, refleja  el dolor de una madre que ha perdido a su hijo pero que, sin embargo, confia en volverlo a la vida gracias a las  Artes Mágicas del Buda. Este  no desalienta a la madre; sólo le pide que para resucitar a su hijo le consiga un grano de mostaza, ese grano tan especial , jamás aparecerá, y el dolor de la madre se verá mitigado en parte, al comprobar cuánto y cuán grandes son también los sufrimientos de todos los demás seres humanos.
Pero el hecho de que todos los hombres sufran no quita ni explica la realidad del sufrimiento. Y otra vez nos preguntamos, ¿por qué?
Viejas enseñanzas más viejas  aún que la parábola citada, no ayudan a penetrar  en el intrincado laberinto del dolor.
 En general se nos indica  que el sufrimiento  es el resultado de la ignorancia .Así sumamos dolor tras dolor ,es decir, a los hechos dolorosos en sí, sumamos el desconocimiento de las causas que han motivado esos hechos: no somos capaces de  llegar a las raices de las cosas para descubrir la procedencia profunda de aquello que nos preocupa;simplemente nos quedamos en la superficie del dolor, allí donde más se siente, y allí donde más se manifiesta la impotencia para salir de la trampa. Ignoramos la causa de lo que sucede , y nos ignoramos a nosotros mismos , sumando una doble incapacidad de acción positiva.
Asimismo desconocemos  otras leyes fundamentales de la Naturaleza y una vez más, por ignorancia, acrecentamos  nuestro dolor.Deberíamos saber que ningún dolor  es eterno, que ningún dolor se mantiene ante el embate de una voluntad constructiva. Nada, ni dolor ni felicidad, puede durar eternamente en el mismo estado. Hay que aprender, pues, a jugar con el tiempo para hallar una de las posibles salidas del laberinto.
El dolor de lo que por venir  no tiene cabida en el presente, ya que es un sufrimiento inútil, antes de tiempo y, tal vez, sin razón de ser . Es verdad que en el presente ya se está gestando el futuro, pero también es verdad que eltemor del futuro  es germen  de futuros  males, mientras que la voluntad firme y positiva  da lugar a cirscunstancias más favorables que también pueden gestarse en el presente.
El dolor de las cosas pasadas es como intentar mantener  el cadáver de un ser querido en nuestra casa, repitiéndonos constantemente  que no ha muerto, volviendo mil veces los ojos a la irrealidad de un cuerpo que no existe y desconociendo la otra realidad espiritual que si existe.
 Y en cuanto al dolor del presente, es apenas una punzada que en breve se hunde en el pasado, para dejar lugar al futuro.
Por eso decía un sabio que los hombres somos capaces de sufrir tres veces por la misma cosa; esperando que suceda,mientras sucede y después de que ha sucedido.
Así se refuerza la tesis de "la ignorancia como madre de todos los dolores"
Para lo orientales, siguiendo con la tónica de la parábola budista, el dolor el vehículo de conciencia, lo que equivale a decir que todo sufrimiento encierra una enseñanza necesaria para nuestra evolución.
El dolor es el que nos obliga a detenernos y a preguntarnos acerca de las cosasa.Sin el dolor, jamás nos diríamos, como tantas veces lo hacemos: ¿Por que a mí? , para advertir seguidamente que no es
 " a mi " solamente ...Sin el dolor, no nos propondríamos indagar en las leyes ocultas que muevesn todas las cosas , hechos y personas.
 Por poco que volvamos los ojos. encontraremos sufrimiento: sufre  la semilla que estalla para dar lugar al ábol , sufre elhielo que se derrite con el calor o el agua que se endurece con el frío, y sufre el hombre que, para evoluciona , tiene que romper las pieles viejas de su cárcel de materia.
Pero tras todos estos sufrimientos se esconde una felicidad  desconocida : la plenitud de la semilla, del agua, del alma humana que descubren , en medio de las tinieblas, la luz segura de su propio Destino.

Tomado del Libro :El Héroe Cotidiano.
De Delia Steinberg Guzmán

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 A propósito del Amor... ¿Sabemos Amar?

 
 
Búsqueda de la unidad perdida, sentimiento de exaltación o pasión estética, es un motor que impulsa al ser humano a perseguir lo que no tiene. El amor y la felicidad están íntimamente unidos.
 
El hombre siempre se ha interesado por el amor: qué significa, qué alcance tiene, cuál es su profundidad y, sobre todo, su relación con la felicidad. Es como si el hombre, al encontrar el amor, hallase la felicidad al mismo tiempo.
Decían los viejos filósofos que el hombre busca lo que no tiene, y que ama lo que le falta; como se siente incompleto, tiende hacia aquello que considera importante para sentirse plenamente humano en su totalidad.

El amor es una profunda necesidad de unión con aquello que nos falta. Aunque sentimiento por excelencia, es una manifestación de la carencia de los hombres. No se ama lo que se tiene; lo que se tiene está simplemente con o dentro de nosotros, formando parte de uno mismo.
Se ama lo que nos completa, lo que agrega a nosotros aquello que no tenemos. Por eso el ignorante ama la sabiduría y el sabio ama la ingenuidad de la ignorancia.
El amor no es esencialmente una relación con una persona específica; es una actitud, una orientación del carácter que determina el tipo de relación de una persona con el mundo como totalidad, no con un "objeto amoroso". Si una persona ama a otra solamente, y es indiferente al resto de sus semejantes, su amor no es total, sino un tipo de relación simbiótica o un egoísmo ampliado. Sin embargo, la mayoría de la gente supone que el amor está constituido por el objeto, no por la facultad. Cree que amar es sencillo y lo difícil es encontrar un objeto apropiado para amar o para ser amado por él.
Puede compararse esa actitud con el hombre que quiere pintar, pero que en lugar de aprender el arte piensa que debe esperar el objeto adecuado y que pintará maravillosamente bien cuando lo encuentre.

La satisfacción en el amor individual no puede lograrse sin capacidad de amor al prójimo, humildad, coraje, fe, disciplina... En una cultura en la cual estas cualidades son raras, también ha de ser rara la capacidad de amar. De hecho, para la mayoría de las personas, el problema del amor consiste fundamentalmente en ser amado y no en amar.
El amor es preocuparse porque la otra persona crezca y se desarrolle tal como es, no como se necesita que sea, como un objeto para el uso particular.
Es un arte y debe aprenderse igual que la Pintura, la Música o la Literatura.
Según Platón, Eros, el más antiguo de los dioses, era el Amor primigenio, la fuerza primordial de cohesión. Para la Mitología griega, cuando el mundo no existía, cuando todo era caos, cuando las cosas estaban en potencia nace un impulso, una fuerza tremenda que es capaz de ordenarlo todo, de unirlo, de darle forma y vida. Una vez que Eros ordena todo el Universo, empieza a plasmarlo en distintos planos, como si fuesen escalones que van descendiendo desde un altísimo y sutilísimo Cielo hasta una tierra muy concreta, visible y palpable que es aquella donde nosotros nos encontramos. Eros se encarga de que en cada plano haya alguna forma especial de amor, que se exprese de una forma apropiada a ese nivel.

Afirma Platón que hace muchos miles de años, cuando el Dios primero gestó nuestro Universo, comenzaron a dividirse las almas de los hombres, hasta llegar a los miles y miles de almas que habitan sobre la Tierra. Estas almas que se fueron dividiendo sentían como si hubiesen perdido algo, como si a cada una le faltase su mitad. De ahí el concepto de las almas gemelas y del amor como esa necesidad que sentimos todos los humanos de encontrar aquello que una vez formó parte de nosotros pero que no encontramos ahora.
El amor era ni más ni menos que la búsqueda de la unidad perdida, de la armonía por oposición y por semejanza. Por oposición, porque a todos nos falta una mitad; la semejanza está dada en la afinidad espiritual, aquella que hizo que alguna vez dos almas fueran una, por lo que necesitan encontrarse otra vez. Pero nosotros utilizamos la misma palabra para todos los niveles; para referirnos a una exaltación mística, a un entusiasmo estético o a esa pasión que sentimos de saber más y penetrar en los misterios de la Naturaleza. También son amor los múltiples estados de afección, cariño o apego a otros seres humanos, a una ciudad, a una casa, a un libro, a un animal.

Cuando se ama a alguien se ven cosas que nadie ve. Dicen que el amor es ciego. No, el amor abre los ojos. El hombre que ama a una mujer la encuentra semejante a una divinidad... ¿se equivoca? En apariencia, sí. Pero en realidad, si alguien parece exagerar las cualidades del ser que ama es porque lo ve como Dios lo creó en el origen y tal como será al final de su evolución, cuando vuelva de nuevo al seno del Eterno.

Platón afirma que si el amor se expresa en todos los planos del Universo, es lógico que también se exprese en el plano físico. Solemos caer en la simpleza de pensar que para el amor platónico, todo lo que fuera sexo era automáticamente rechazado, y no es así. En la época de Platón también había hombres y mujeres que se buscaban y se amaban, y trataban de expresarlo bajo todas las formas posibles. Pero si el amor se expresa en todos los planos del ser humano, intentemos desarrollarlo en los superiores, en la captación de los elementos a los que tiende el alma, ya que son más duraderos y auténticos.

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miércoles, 24 de octubre de 2012


Voluntariado, ¿tiene límites la solidaridad?


Se les ve haciendo colectas, vendiendo artesanía para recaudar fondos, ayudando a minusválidos e incluso, en lugares desagradables, sucios y míseros, intentando aliviar la penuria ajena. Generalmente están ligados a instituciones religiosas pero también son muchos los colectivos laicos cuyo único interés es sentirse útiles en una sociedad deshumanizada, donde se cobra por todo menos por el sufrimiento, que es gratuito.
Son los voluntarios.
Para muchos, la mayoría, es la primera experiencia con la vida real. Su militancia en favor a los demás les ha obligado a salir de la burbuja de incomunicación en la que todos estamos mas o menos inmersos.
Ahora están siendo objeto de las noticias y reportajes en los medios de información de masas, como si fuesen extravagantes -la verdad es que para muchos lo son- o lunáticos aburridos . Y los noticieros sólo recogen aquellos casos que por dramáticos u originales rozan el reality-show , a lo que nos están acostumbrado.
De tal forma, gracias a la repetición, la noción que se tiene del voluntariado se limita a la persona que ayuda en las epidemias, guerras y catástrofes, o bien a los minusválidos, heridos y demás enfermos.
Esto es triste, porque además de no ser correcto, hace que el voluntariado caiga en un suerte de moda, como aconteced con todo lo que repiten los medios de comunicación. Lo que es un noble impulso del alma cae en ser lo que más "viste" en un momento determinado.
Es triste también porque el hecho de que ayudar a alguien se convierta en noticia dice muy poco del estado de bienestar que hemos pretendido construir.
Y no es correcto, porque el voluntariado pude actuar en tantos campos como necesidades pueda tener el ser humano, no solamente en el aspecto del sufrimiento o de la incapacidad física.
Pese a todos los peros que condicionan este nuevo estímulo que la sociedad parece dar al voluntariado, es una gran noticia en estos tiempos el hecho en sí, el que la gente de todas edades vuelva a desempolvar el olvidado acicate de la generosidad.
Hace poco, Antonio Gala venía a decir, más o menos, que en la indiferencia ante la pobreza está la auténtica raíz de la discriminación y el racismo. Y desde estas líneas apostillamos que el mejor combate que pueda plantársele a este monstruo de la intolerancia es el voluntariado. Compartir lo que se tiene con el que no tiene. La mejor forma de vencer la pobreza es rompiendo el tabique que nos impide reconocer la miseria ajena como propia al haberla consentido.
Pedro hace falta reconocer la pobreza en todos sus planos. La más evidente es la indigencia física. Sin embargo, la más peligrosa es la miseria espiritual, la pobreza en conocimientos, en justicia y en todos aquellos valores que hacen del hombre un ser tolerable para sí mismo. Y esta es la más peligrosa; también hacen falta voluntarios contra esta pobreza que no se ve pero que se siente.
Nos rebelamos ante los limites que quieren poner a la solidaridad. El voluntariado rebasa el umbral del sufrimiento físico. Hemos dicho ya que la generosidad de acción puede ejercerse en tantos campos como necesidades tiene el hombre. Y el hombre tiene, tenemos, necesidad de un ambiente sano, de unas relaciones naturales con el entorno, de una educación integral, de un acceso abierto al desarrollo cultural, de ser escuchados, de crear con nuestro ingenio, de saber emplear todas nuestras facultades.
Tenemos necesidad de autoestima, de justicia, de belleza, de sentirnos acompañados, de felicidad por el sueño acariciado y alcanzado.
La miseria también alcanza a todo esto, y contra ella debe llevarse a cabo la solidaridad, la acción voluntaria.
La ayuda desinteresada sólo tiene un limite: el que cada uno se imponga.

Belén Pérez
Micro Cápsula
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sábado, 20 de octubre de 2012


                  
              ¿Hacia dónde se dirige nuestro Mundo?
Como de costumbre, ante esta pregunta, surgen dos posiciones radicales, opuestas e irreconciliables: el pesimismo más grande y desesperanzado y el optimismo más fantástico e ingenuo. El infierno o el paraíso.
ImagePara el optimismo a ultranza, nuestro mundo sigue una línea recta ascendente, en la cual no se vislumbran accidentes de importancia. La creación y el progreso son constantes. Hoy mejor que ayer y peor que mañana... Jamás un tropiezo, un problema grave; al contrario todo es amor y comprensión en la bienvenida familia humana.
Los choques, enfrentamientos y errores son apenas travesuras sin mayor trascendencia, fáciles de subsanar con buena voluntad y una sonrisa. La única sombra que opaca este feliz panorama es precisamente la gente que no comparte esta posición, los negros augurios que entorpecen la alegría inconsciente de quienes ven o interpretan las cosas como más les satisface. Es como ir por la Historia sin apenas dejar huella.
ImageDesde el punto de vista pesimista la civilización se precipita en caída libre. Hoy es peor que ayer y mejor que mañana., La corrupción del género humano es evidente y se apuntan cono causas varias razones; entre ellas los fallos estrictamente espirituales o más concretamente el alejamiento de una u otra forma religiosa, la incomprensión de una u otras forma socio-política.
Asimismo la ciencia es nefasta: a mayores conocimientos, mayores son los desastres y peor es la aplicación que el hombre hace de esos conocimientos. El arte es apenas la vulgar exacerbación de los sentidos... Estamos ante el desastre total; todo va mal y nada tiene solución. Solo queda esperar el fin del mundo,. La gran catástrofe sobre la que abundan predicciones de todo tipo dentro de la amplia gama de lo negativo.
Por eso nos preguntamos una vez más:
¿Hacia dónde va nuestro mundo?¿Sólo tenemos estas dos posibilidades, estas dos únicas formas de enfocar la vida, nuestra vida actual?
Si analizamos desapasionadamente nuestro tiempo es imposible evitar la idea de crisis. Hay muchas cosas rotas, inútiles, olvidadas o perdidas, superadas desgastadas... hay en todos una gran ansiedad de cambio, pero no se sabe muy bien qué es lo que se quiere cambiar ni en qué dirección se abren los cambios más viables.
La moral atemporal, ese sentimiento de ser más allá del presente existir, se ha diluido en las conciencias, o bien dormita en las profundidades del inconsciente, o bien asoma de vez en cuando sin hacerse oír entre las multitudes desorientadas. La belleza, el valor, la honestidad, la finura del buen gusto, la delicadeza del amor, la espiritualidad, en fin, esconden como lacras vergonzosas tras los harapos de la moda, las ironías, la grosería y la violencia.
A simple vista se advierte la agresividad individual y colectiva, la intolerancia absoluta, el desprecio de los unos por los otros y el deseo de venganza en todos los planos.
Entonces, ¿no hay ni un pequeño resquicio de luz?
Claro que sí. Hay luz mientras podamos pensar en lo que sucede, analizar lo que estamos viendo y extraer experiencias de todo ello. Hay luz mientras conservemos la capacidad de soñar con un mundo nuevo y mejor, a la vez que ejercitamos la voluntad para convertirlo en realidad. La hay mientras sigamos leyendo las páginas siempre vivas y actuales de la Historia, donde aprendemos que, hasta ahora, siempre hemos superado los momentos más amargos y difíciles. Así el mayor optimismo se expresa como fortaleza e inteligencia para sortear los errores repetidos y renovarse en los aciertos.
¿Hacia dónde se dirige nuestro mundo?: hacia su propio destino; y nosotros los hombres no somos ajenos a ello. Es hora de plantearse una nueva pregunta: ¿soy capaz de participar activamente en esta empresa?. En el sí de la respuesta está la posibilidad de hacerlo. Es la hora.

Delia Steinberg Guzmán
Directora Internacional de Nueva Acrópolis
 

sábado, 13 de octubre de 2012







Confucio


Con el nombre de K'ung fu-tzu, o maestro K'ung, al que los misioneros jesuitas de Pekín latinizaron en Confucius, se conoce en la Historia del pensamiento el filósofo más influyente en el pueblo chino.
K'ung Chung-ni, o K'ung Chiu nació según la tradición en Kuo Li, cerca de Tsou, estado de Lu, el día 21 del décimo mes del año 551 a.C y habría vivido hasta 479. El padre, Schu-Liang-Ho, había tenido nueve hijas de su primera mujer y un hijo tullido con la segunda. Como ninguno de ellos podía hacer el sacrificio a los antepasados, siendo ya anciano se separó de su mujer y solicitó a una de las tres hijas de la familia Yan, la más joven de las cuales fue la madre de Kung Tsé. A los tres años perdió a su padre.
Desde su primera infancia, mostró su inclinación por los ritos y ceremonias: ordenaba vasijas, siguiendo la disposición tradicional no aprendida aún.
Su familia, al parecer, pertenecía a un noble linaje, aunque pobre, por lo que pronto, a los diecisiete años se tuvo que emplear en trabajos subalternos en la administración pública, como inspector de graneros y de ganados, a cargo de la familia noble de Ki. A la vez desempeñó tareas de enseñanza en las escuelas tradicionales, donde los hijos de la nobleza aprendían a escribir y calcular, tiro con arco, conducción de carros, música y ceremonial, desarrollando así una actividad pedagógica que mantuvo en las distintas etapas de su vida, hasta establecer su propia escuela.
El gusto por la música le acompañó durante toda su vida, cultivando con especial asiduidad el estilo Schao. También amaba la música popular de canciones tradicionales, que recogió en el cancionero Schi King. Se dice que la música le sirvió para librarse del cerco de las gentes de Kuang, junto con su discípulo Tsi Lu, que le acompañó en muchos de sus viajes.
El jefe de la familia noble de Mong, Hi Tsi, al verse cercano a la muerte, le encomendó la educación de su hijo Mong I Tsi y su sobrino. él les propuso hacer un viaje a la ciudad de Lu, capital del estado del duque de Tsou, para entrevistarse con Lao Tan, o Lao Tsé al que veneraba como un maestro, bibliotecario entonces de la corte. El encuentro entre estos dos sabios constituye una de las escenas cumbres de la tradición filosófica china. El enigmático comentario de Confucio ha merecido toda clase de interpretaciones: "el pájaro vuela, el carnero corre por la tierra, en cambio el dragón no se sabe dónde está su morada. He visto a Lao Tsé, es como el dragón".
El trato como consejero del indeciso y débil príncipe de Tsi le sirvió para conocer de cerca las particularidades del gobierno y al mismo tiempo aumentó su prestigio como hombre de Estado, de tal manera que obtuvo un cargo público en el Estado de Lu, como encargado de la provincia de Tschung Tu, y más tarde Ministro de Obras Públicas, y al siguiente año de Justicia, que era similar a un visir. Era tal la eficacia de sus métodos que en tres meses reorganizó la administración. Tenía cincuenta años de edad y por entonces algunos de sus discípulos también ocupaban puestos de responsabilidad.
Su estrella comenzó a declinar, debido a las estratagemas del vecino estado de Tsi, para enemistar al príncipe con su ministro, por lo que se vio obligado a dejar el estado de Lu. Se dirigió al de We, luego al de Pu, donde tuvo que prometer no ir a We, cosa que no cumplió y el justificó como "compromiso forzado", lo cual nos ofrece una idea de su condición de perseguido. Más tarde, el rey Tschao de Tschu quiso concederle un territorio, pero sus dignatarios lo impidieron, conocedores de la eficacia de los discípulos de Kung Tsé. También el joven príncipe Tsé Tscho de We, le pidió que fuera su consejero. Fue la última oportunidad de acceder a la vida política. Aquellos contratiempos que le hicieron experimentar la faz oscura de la política acabaron por alejarle de la vida pública y la última etapa de su vida la dedicó a su escuela y a recopilar los documentos de la antigüedad. Murió a los setenta y tres años.
Entre sus discípulos se encuentran:Yan Hui, su predilecto, que murió antes que el Maestro, a pesar de que le había dicho: "mientras viváis, maestro, no puedo atreverme a morir"; Jang Keng, uno de los primeros; Tsung Yu, guerrero que amaba su espada; Tsi Tiao Kai, que despreció un cargo oficial para seguir investigando; Yu Jo, que fue jefe de la escuela a la muerte del Maestro; y casi dos siglos más tarde, Men Tsé, a quien debemos la recopilación de las enseñanzas del maestro en "Los Cuatro Libros clásicos". Tuvo una segunda generación de discípulos, que fueron los más brillantes y que le acompañaron en sus viajes. A pesar de que vivía en una sociedad feudal, el sabio no hacía distinciones sobre la procedencia de sus alumnos, y admitía a ricos y pobres por igual, con tal que quisiesen aprender.
El pensamiento de Kung Tsé
Como sucede con otros muchos pensadores de la Antigüedad, no han llegado hasta nosotros obras originales escritas por el filósofo chino. Solía afirmar: "yo repito, no creo nada", como indicando que su contribución no pretendía aportar innovaciones, sino recuperar el espíritu de las antiguas enseñanzas, la cultura (wen) de los reyes Chou.
En este sentido, resultan muy destacados su estudio y comentarios al I Ching (Libro de las Mutaciones), el texto oracular y sapiencial en torno a los 64 hexagramas, mítica mente atribuido al emperador Fu Hi, obra cumbre de la sabiduría milenaria china. Tanto los "Comentarios para la Decisión" como la interpretación de las "Imágenes" que sugieren las combinaciones de líneas continuas y discontinuas, se deben a Kung Tsé, junto con alguno de sus discípulos.
Algún tiempo después de su muerte salió a la luz el "Lun-yü", colección de aforismos, citada a menudo como "Diálogos mezclados", o "Analectas", los cuales, a pesar de citarse de manera escueta y separados del contexto, resultan esenciales para conocer la visión del mundo confuciana, que le valió el título de "maestro de diez mil generaciones".
Plantea Kung Tsé una vuelta al principio del Li, dotando a este concepto de observancia de los ritos y costumbres de la tradición de un nuevo sentido, de carácter ético y moral. Más allá de un conjunto formal de normas y prescripciones, en realidad se trata de la expresión terrenal y visible de un Orden cósmico y celeste y a la vez,; del discernimiento humano, la comprensión de ese lazo que une a las cosas del cielo con las de la tierra, que le llevará a plasmar la Justicia en todas sus acciones. Se produce así una estrecha relación entre Moral y Política, muy semejante a las propuestas de Platón sobre el gobierno de los filósofos. Complementario resulta el concepto de I, como entendimiento correcto de las relaciones sociales y cumplimiento de los deberes y derechos sociales inherentes de la posición y responsabilidad de cada cual.
La filosofía confuciana es también un humanismo, en torno a la noción de "jen", o "ju", el Hombre-Príncipe, el cual, independientemente de su origen familiar, es el que cultiva los valores morales, conoce su deber, y actúa pensando en el bien de la sociedad a la que sirve. Se ha emparentado este concepto aristocrático con el de "caballero", que Confucio emplea asociado, no en el sentido de pertenencia a la nobleza como clase privilegiada, sino más bien como "hombre noble", dispuesto a entregar su vida a la práctica del bien y de la virtud. El jen, o ju es un hombre bueno pero fuerte y valeroso, un hombre instruido en aquellas disciplinas que le son precisas para servir a la sociedad.
Por ello, para la consecución del ideal del hombre-ju resulta fundamental el estudio, la formación, pero no encaminados a adquirir un conocimiento teórico, sino de tipo práctico, una integridad y coherencia, una constante atención para corregirse, aprendiendo de los errores. De ahí que la educación, orientada al aprendizaje y práctica de las artes, adquiera singular importancia, no sólo en cuanto adquisición de conocimientos, sino como aprendizaje y dominio de las reglas ancestrales.
Confucio destaca la tradición del culto a los antepasados, aplicándolo al deber ineludible de servir a los padres, como modelo que se hace extensivo a los superiores, de manera que el Estado, según su doctrina, se articula como una gran familia. En este sentido, el desarrollo del individuo repercute en el bien de la sociedad.

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sábado, 6 de octubre de 2012





   Un excelente aliado: el Optimismo

Si quieres conquistar una meta necesitarás no sólo una buena planificación, un conocimiento adecuado y un buen análisis, sino también, y esto es indispensable, una dosis de optimismo.

Optimismo viene de óptimo que significa el mayor grado de perfección de algo. Y el optimista es aquel que siempre percibe lo mejor de cada situación, considerando que lo que está realizando va a tener buenos resultados. Optimista es alguien que ve la vida por el lado luminoso, que prefiere ver las luces y no las sombras, que le da mayor valor a lo favorable antes que a lo adverso. Por eso las personas dotadas de esta cualidad ven lo mejor de cualquier situación y reflejan al mismo tiempo una fe a toda prueba.    

Muchas veces el optimista es visto como soñador y fantasioso. Se dice de él que no percibe las cosas como son sino como quisiera que fuesen, y por lo tanto, carece de la objetividad necesaria para tener una completa visión de la realidad presente y futura. “Tarde o temprano te toparás con la fría realidad”, le dicen.

No obstante, si investigamos sobre la vida de quienes han logrado metas realmente importantes, veremos que eran personas optimistas. Personas que tenían los pies en la tierra pero la mirada elevada hacia el cielo, que tenían una gran fe y se creían capaces de realizar grandes acciones, con el convencimiento de que el éxito coronaría sus planes. Estas personas no dejan de considerar los aspectos negativos o difíciles, sino que, al conocer sus propias fuerzas y recursos, los ponen en acción con la mayor resolución, esfuerzo y trabajo hasta alcanzar la victoria.

El horizonte que divisa el pesimista, en cambio, es opaco y limitado. Ve lo oscuro y negativo minimizando los elementos a favor y maximizando los obstáculos, de forma que pareciera que lo más lógico es renunciar al esfuerzo.

Por ello es bastante raro encontrar un pesimista que haya triunfado, más aún, que se sienta triunfador.

Cómo desarrollar el optimismo y hacerlo nuestro aliado:

1- Conocerse a sí mismo: para saber de qué somos realmente capaces.

2- Descubrir el sentido de nuestra propia vida: mal puede ser optimista quien no ha encontrado la razón de su existencia.

3- Entrenarse en la aplicación de los recursos propios. Entrenan los atletas, entrenan los artistas, entrena todo aquel que busca mejorar sus marcas; naturalmente es imprescindible el entrenamiento en aquel que aspira a metas valiosas. Así iremos descubriendo de qué somos capaces.

4- El filósofo Jorge Ángel Livraga, nos decía: “Os recomiendo triunfar”. Sólo el que triunfa puede ser optimista.

5- Fe en sí mismo: ello solo se logra autoafirmándose en la propia y más profunda realidad en el momento de la acción.

6- Seguir la recomendación del gran estratega Sun Tzu: “Usa tu fuerza ordinaria para combatir; usa tu fuerza extraordinaria para vencer”. 



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