domingo, 3 de junio de 2012


El valor del trabajoImprimirE-Mail
valor del trabajoTodos le pedimos cosas a la vida. Cada cual, a su manera, quiere conseguir algo especial. Pero en nuestra ingenua ignorancia, consideramos que la vida nos debe ese obsequio, que por el sólo hecho de existir ya tenemos derecho a recibir.
Suponiendo que la vida nos hiciera regalos, nos encontramos con las siguientes consecuencias.
- Un regalo no nos cuesta nada. Por eso mismo lo que haremos finalmente es pedir más y más.
- Las cosas que no cuestan nada, no se valoran. Es decir, tienen un valor, pero no lo conocemos ni nos importa.
- Las cosas regaladas aumentan el falso sentido de las posesiones, de aquello que es “nuestro”.
- También aumentan la vanidad, porque uno se convence de que merece eso y mucho más todavía.
- Las cosas regaladas no significan ningún esfuerzo, excepto –y en el mejor de los casos- el de dar las gracias a quien nos las concede.
- Las cosas regaladas merman el sentido de la generosidad. El que se acostumbra a recibir, se vuelve lento para dar.
La Vida es una corriente que fluye, que está en movimiento, y nosotros no podemos estar fuera de la Vida. Así, nos corresponde fluir, movernos, actuar, trabajar.
La acción constituye una enorme fuente de energía por la que llegamos a gozar de la vida, más que a sufrirla. Esa energía nos hace creativos, nos ayuda a resolver las más difíciles situaciones, nos permite ver las cosas por adelantado sin necesidad de ser “adivinos”. Y es que la acción tiene en sí la magia del movimiento.
El trabajo no es solamente “ganarse la vida”. El hombre es un producto de sus acciones, de su trabajo constante. El que trabaja desarrolla y acrecienta sus aptitudes, la mayoría de las veces escondidas y adormecidas; es el trabajo el que nos ayuda a activar nuestros poderes latentes, a descubrir vocaciones ocultas y a obtener realizaciones insospechadas. Fortalece nuestra voluntad y nuestra inteligencia; nos enseña a amar.
En síntesis, más que maldición, el trabajo viene a ser nuestra oportunidad de redención. Es así como tomamos contacto con lo mejor de nosotros mismos y con la vitalidad que circula por el Universo entero.
Delia Steinberg Guzmán
Directora Internacional Nueva Acrópolis
Visitanos: www.acropolishonduras.org

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